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El informe del académico Ignacio Bosque, el domingo 4 de marzo, en EL PAÍS:"Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer" ha levantado ampollas, sobre todo en las nueve guías de uso de lenguaje no sexista.
En general, Bosque viene a decir que no se debe confundir el género con el sexo.Y que el género no puede ser cambiado gratuitamente por mucho que se le atribuya a un sexo o a otro.
Si bien existen usos verbales sexistas, lo que se está consiguiendo es atentar contra la morfología gramatical o sintáctica, desnaturalizando o pervirtiendo nuestra lengua, recargándola y afectándola. Según Bosque estas guías difunden usos ajenos a las prácticas de los hablantes, conculcan normas gramaticales y anulan distinciones necesarias.
Decir: miembros, futbolistas o profesores, por ejemplo, con sentido genérico y por economía lingüística, no cree que sea más o menos sexista que decir miembros y miembras, quienes juegan al fútbol o profesorado, como muestran estas guías.
Para ser sexista uno tiene que tener la intención de serlo.
La discriminación o desigualdad de la mujer(reparto de tareas domésticas, roles, salarios, etc.) probablemente no se termine con la panacea de un uso determinado de lenguaje. Ojalá fuera así.
Pero, si el lenguaje es producto de una sociedad. ¿No sería mejor cambiar antes actitudes, comportamientos o mentalidades?
Espero vuestras opiniones
Pedro Vega